25 DE AGOSTO DE 2019
Un siglo después de que Joseph Pilates sacara al mundo su método de ejercicio, rastreamos los orígenes de su fascinante historia. Desde su comienzo en un campo de prisioneros de guerra a la industria multimillonaria que conforma hoy en día. Esta es la historia del Pilates.
El Pilates, con su equipamiento de fortalecimiento y alargamiento de aspecto medieval, solía asustarme. Pero hace unas pocas semanas una gran franquicia de Pilates abrió en mi barrio, en el Upper East Side de Manhattan. Me asomé a su cristal inmaculado y todo parecía nuevo, limpio y con olor a cítricos. Lo que más llamó mi atención fue la promesa en la ventana: “En 10 sesiones sentirás la diferencia, en 20 sesiones verás la diferencia, ¡¡en 30 sesiones TENDRÁS UN CUERPO TOTALMENTE NUEVO!!”.
Oh, ¿En serio? ¿Este estudio quería venderme un cuerpo totalmente nuevo? La millennial consciente en mí tuvo escalofríos, pero como persona que a veces lucha con poder subir las escaleras del metro y meterse en sus vaqueros, me intrigó. Me apunté a una clase introductoria gratuita y, al final del no tan abrumador entrenamiento – una serie de estiramientos de cuerpo entero y de ejercicios de resistencia – me sentí llena de energía.
Al marcharme del estudio me di cuenta de que el discurso promocional de la ventana no era el apoyo efusivo de un influencer de Instagram o de un dueño de franquicia excesivamente entusiasta. La cita se le atribuye al inventor -fallecido hace mucho- de este entrenamiento, Joseph Pilates, un artista circense alemán y boxeador que introdujo su método por primera vez hace más de 100 años. Su significado inicial, aprendería después, no invocaba a la Lycra o al secreto de Gwyneth Paltrow para unas extremidades esbeltas, sino a la idea fundamental de que uno puede tener control sobre su buena salud.
La influencia extendida del Pilates
La historia de cómo desarrolló su método (al cual llamó “contrología”) Joe Pilates en la primera mitad del siglo XX es material de leyenda del fitness. Las series de ejercicios de rehabilitación, diseñadas para crear un equilibrio total entre el cuerpo y la mente, fue reveladora en las décadas anteriores a que el ejercicio recreativo fuese parte de la rutina diaria recomendada por el médico. Y Pilates, un verdadero creyente de su propio método, lo sabía. “Todas las nuevas ideas son revolucionarias”, escribió en un panfleto promocional en 1934. “Cuando la teoría responsable se prueba a través de la aplicación práctica, sólo se requiere de tiempo para que florezca y se desarrolle”.
Hoy en día, para los habituales del gimnasio, el Pilates puede parecer un poco trivial pese a los más de 12 millones de personas que lo practican, pero sus enseñanzas se reflejan en toda la industria. “El legado del fitness de Joseph Pilates está en todas partes”, dice la doctora Natalia Mehlman Petrzela, historiadora del fitness en 'The New School'. “Cualquier entrenamiento que se centre en la zona media y la respiración demuestra su influencia”. Resumiendo: esos son prácticamente todos.
Un método de fitness nacido en cautividad y por necesidad
Nacido cerca de Düsseldorf en 1880, Pilates fue un niño enfermizo cuyos problemas de salud, como buen cuento de hadas, le motivaron para hacerse fuerte. Entrenó para convertirse en gimnasta, lo que lo condujo a su carrera como artista circense. Los hombres y mujeres musculosos no eran materia de aspiraciones a principios de siglo, sino rarezas. “Era menos la gente que decía ‘oh, quiero tener ese aspecto’ y más la que pensaba ‘mira a estos raritos que se pasan el día entrenando’”, dice Petrzela. Para su actuación, Pilates posaba como estatua griega.
Pilates y su trupe circense alemana se encontraban de tour por Inglaterra en 1914 cuando estalló la Primera Guerra Mundial. Lo arrestaron e internaron en un campo en la británica Isla de Man, y fue ahí donde nació su entrenamiento epónimo.
Para ayudar a pasar el tiempo, Pilates observó a los escuchimizados gatos de la isla cazando ratones y pájaros, maravillándose con su energía y agilidad – un enorme contraste frente al estado físico y emocional de los otros internos. Estudió los movimientos de los gatos y concluyó que ese frecuente estiramiento era lo que les daba tanta vitalidad. Pilates empezó entonces a idear una serie de ejercicios para estirar los músculos humanos, y se rumorea que utilizó las camas del hospital del campo para construir un rudimentario equipamiento para ejercitarse. Cuando la Gran Gripe azotó la isla, al parecer ninguno de los que Pilates entrenaba cayó enfermo. Según la leyenda, estaban en mejor forma cuando acabó la guerra que cuando empezó.
Sentando las bases para un fenómeno del fitness global
Ha pasado exactamente un siglo desde que liberaron a Pilates del campo de prisioneros en 1919, y es ahí cuando empezó a trabajar para extender su evangelio del fitness más allá de los muros del campo. En 1926 dejó Alemania para irse a Manhattan y conoció a su mujer, Clara, en el barco en el que viajó. Juntos pondrían en marcha una industria multimillonaria.
Pero primero la pareja se asentó en un espacio en el tercer piso de un edificio en la Octava Avenida neoyorquina, justo al lado de donde ensayaban las compañías de ballet de la ciudad. El espacio hacía las veces de apartamento y gimnasio, el cual empezó a llenar con sus aparatos caseros de fitness – los primeros modelos de los actuales Reformer y Cadillac. Pronto empezó a trabajar con celebridades del ballet como George Balanchine y Martha Graham, que le enviaban a sus bailarinas para que las rehabilitara y, en última instancia, prevenir lesiones. Después llegaron las celebrities hollywoodienses, incluyendo a Katharine Hepburn y Sir Laurence Olivier.
A lo largo de las siguientes décadas, Pilates atrajo gradualmente a gente de a pie con recursos suficientes como para pagar 5 dólares por sesión. Deambulaba por el gimnasio llevando bañadores ceñidos, alpargatas artesanales y a menudo poco más, presumiendo de físico impresionante según Lolita San Miguel, una de las dos únicas discípulas vivas que han sido entrenadas por el propio Pilates – y que sigue enseñándolo a los 90. Era tempestuoso, y ocasionalmente decía “fuera de aquí” a sus clientes si lo frustraban. Tenía un ojo de cristal, según algunos debido a un accidente de boxeo, que, junto a su melena de pelo blanco, lo podían hacer parecer un dibujo animado. Bebía más de un litro de alcohol y fumaba 15 puros al día. Su mujer, Clara, siempre llevaba un uniforme blanco de enfermera y proporcionaba un trato más suave. “Clara era la otra cara de la moneda”, dice San Miguel. “Era muy tierna y amorosa. Quizás era mejor profesora porque tenía paciencia”.
Pilates era un crítico acérrimo del estilo de vida americano – la manera en que los americanos se sentaban tras escritorios, se movían, e incluso su amor por deportes como el béisbol, que según él acababan con el equilibrio del cuerpo. “¡Americanos! ¡Quieren ir a 600 millas por hora y no saben cómo caminar!” dijo a 'Sports Illustrated' en 1962. “Míralos en las calles. Doblados, ¡Tosiendo! ¡Hombres de caras grises! ¿Por qué no pueden parecerse a los animales? Mira a cualquier gato. ¡Mira a cualquier animal! El único animal que no mete tripa es el cerdo”. Pilates creía que podía arreglar a los americanos con su método al alinear el cuerpo y la mente en perfecta armonía. “Ejercitando los músculos del estómago perfeccionas tu cuerpo, no coges resfriados, no tienes cáncer, no te dan hernias”.
Un legado multimillonario
Cuando Pilates murió en 1967, el que entonces tenía 86 entrenaba a un pequeño grupo de pupilos que abrieron sus propios estudios y entrenaron a más instructores. El entrenamiento continuó discretamente en un puñado de gimnasios a lo largo de EEUU, principalmente realizado por bailarines que confiaban en él para mantenerse fuertes y flexibles.
El Pilates no pasó del nicho al mainstream hasta los 90, cuando los americanos se consumían en cuerpo y mente con aeróbicos que machacaban el cuerpo y levantamiento de pesas. “Todo sobre el Pilates estaba en desacuerdo con el ejercicio convencional de aquel momento”, dice Joan Breibart, fundadora del 'Physical Mind Institute' y devota del Pilates por más de 50 años. “No era más peso, sino menos. No era más rápido, sino más lento”. A lo largo de la década una lista creciente de gente profesionalmente hermosa, desde Uma Thurman hasta Shalom Harlow, empezó a hablar sobre este entrenamiento y la demanda se disparó. “Estábamos abriendo estudios, escribiendo libros y lanzando clases nuevas”, dice Alycea Ungaro, dueña del neoyorquino 'Real Pilates', contribuyó al boom del Pilates. “Fue un momento increíble”. Cuando los publirreportajes empezaron a vender equipamiento para hacer Pilates en 1996, los discípulos de Pilates supieron que oficialmente había adquirido vida propia. El Pilates es ahora una industria de 9.000 millones de dólares.
Pregunté a los guardianes de las enseñanzas de Joe Pilates sobre su promesa de dar un cuerpo totalmente nuevo a sus estudiantes. Resulta que no hay constancia escrita de que Pilates dijera eso, pero sus pupilos lo repiten en cualquier caso como un mantra. Como la historia sobre sus orígenes (y como el propio entrenamiento, ya que el discurso promocional ha llegado hasta los actuales estudios), su significado se transformó para adecuarse a las necesidades actuales. El método es, después de todo, un “ cambia formas”.
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